viernes, 22 de abril de 2016

Karl Lagerfeld, el último de los grandes diseñadores

Tras la muerte de Yves Saint Laurent y la retirada de Valentino, Karl Lagerfeld se postula como el diseñador en ejercicio más influyente de la segunda mitad del siglo XX, y el último superviviente de su estirpe. Celebramos la figura del Kaiser con datos sorprendentes sobre él.

A los 82 años, y desde 2010, Karl

Otto Lagerfeld (10 de septiembre de 1933, Hamburgo, Alemania) trabaja como director creativo de Chanel, Fendi y Karl Lagerfeld: 17 colecciones anuales, 340 looks, 1.020 prendas al año. Alrededor de tres piezas creadas al día. Ahí es nada.

Se ha consagrado gracias a su labor al frente de Chanel desde 1982. Pero, a su llegada, la maison se encontraba en decadencia. “¡No funcionará!”, le decía todo el mundo. Solo por eso, Lagerfeld aceptó. “Me encargué de despertar a una muerta”, ha explicado en el documental Karl Lagerfeld Confidential.

Aquel año, las gafas de sol se instalaron definitivamente en su look.

Su paso por la casa francesa sirvió para redefinir la industria del lujo: por primera vez, una firma anticuada con un fundador retirado volvía a crear deseo… Un fenómeno de lo más extendido en la actualidad. Pero, por entonces, inaudito.

El Kaiser comenzó en el mundo de la moda por un golpe de suerte, gracias a que, con el primer abrigo que diseñó, ganó el prestigioso Concours de la Laine en 1957. Tenía 24 años.

Pierre Balmain, uno de los jueces del concurso, lo fichó. En seis meses, pasó de asistente del diseñador a jefe del taller.

Lagerfeld achaca toda su carrera a la buena suerte. Se jacta de que ni siquiera terminó la secundaria.

Según Harper’s Bazaar, duerme siete horas al día. Pasa el día dibujando y a las cinco de la tarde se desplaza al taller.

Cada día, lee unos 20 periódicos y se bebe alrededor de 10 latas de Coca-Cola Light. Ni café, ni té, ni cualquier otra sustancia. El Kaiser solo bebe Coca-Cola Light.

Su casa está llena de cuencos con sortijas de plata. Cuando las usa, se pone incluso veinte a la vez. En caso contrario, lleva mitones.

Tanto para dormir como para dibujar, utiliza una camisola blanca y largo hasta los pies, de solapas anchas. Pero en ninguna de esas ocasiones prescinde de su característica coleta.

Su pelo no es blanco, sino grisáceo. Lo blanquea con champú de Klorane.

Además, trabaja como fotógrafo desde 1987. Su primera fotografía profesional fue de Inès de la Fressange, para un dosier de prensa de Chanel. Después ha fotografiado editoriales, catálogos, publicidad… Aunque sus imágenes más célebres corresponden a las campañas de Chanel que dispara cada temporada desde hace 29 años.

También es librero y editor.

En 1964 revolucionó la firma italiana Fendi, mediante la sustitución de sus pesados pesados abrigos de piel por chaquetitas de estilo militar en diferentes materiales.

El actual logo de Fendi es obra suya. Lo diseñó cuando lo contrataron, en tres segundos, con una doble efe significa fun fur (piel divertida). Él mismo lo patentó, lo que le ha reportado enormes beneficios económicos.

En París, vivió durante diez años en una casa encantada, situada en Rue dell’ Université, 35. Al parecer, todos los que se mudaban allí sufrían finales fatídicos. Al Kaiser no parece haberle afectado.

Actualmente, posee varias casas en propiedad: en Nueva York, en París y un castillo en la Bretaña Francesa al que ha acudido hasta la Reina Madre de Inglaterra.

Tuvo una infancia muy dura en el campo, en la frontera danesa. Pero no por lo que usted imagina: “Mi deseo era ser un adulto, no un niño. Encontraba humillante ser un niño. Era horrible… Un ser humano de segunda categoría”, declara en Karl Lagerfeld Confidential. Solía llevar enormes pajaritas y le encantaba usar lederhosen, el peto tirolés. “Era un niño atrevido, que hablaba como un anciano y vestía de forma excéntrica”, explica.

En realidad, su situación era bastante acomodada. Su madre pertenecía a la nobleza alemana. Y su padre, descendiente de una familia sueca de banqueros, había hecho fortuna con la introducción de la leche en polvo en Alemania.

Efectivamente, Karl Lagerfeld niega haber bebido, fumado o tomado drogas en toda su vida. No obstante, le encantan las personas en estado ebrio: “La gente como yo me mata de aburrimiento. Siempre he admirado a la gente con talento para la autodestrucción”, recalca.

Ha colaborado con marcas como Coca-Cola, Volkswagen, Shu Uemura, Hogan, Sephora… Aunque la más sonada fue su colección para H&M. Se agotó completamente en dos días.

Opina que la moda es efímera, y solo usa ropa de la última temporada.

Pero el cuello alto persiste. Al parecer, oculta estupendamente las arrugas.

El gran amor del alemán fue Jacques de Bascher, al que conoció en 1971. Este hombre también ha sido señalado como el culpable de que la amistad entre Lagerfeld y Saint Laurent se truncara.

El Kaiser sabe que es homosexual “desde los 13 años”. Su hermanastra es lesbiana.

Pero, a pesar de su historial, Lagerfeld está en contra del matrimonio gay. Lo considera una imitación burguesa carente de sentido.

En cambio, se muestra a favor de la prostitución: “Evita la frustración. Admiro a los que la ejercen. No todos pueden mantener a una amante o un novio caro”, ha declarado. Además, insiste en su labor social: “Si no fuera tan necesaria, no sería la profesión más antigua del mundo”.

Sobre Brad Kroenig y Baptiste Giacobini, dos modelos masculinos con los que la prensa ha especulado sobre sua posible relación sentimental con el creador, este último señala que, para él, son como sus hijos. Y que no le gustaría tener hijos feos.

Brad Kroenig, que sí tiene dos hijos biológicos, ha nombrado al diseñador padrino de ambos. El mayor comenzó a desfilar para él a los cuatro años.

Seguramente pensando en él, esta temporada, Karl Lagerfeld lanza por primera vez una colección de moda infantil.

En cualquier caso, el creador solo tiene ojos para Choupette, su última gran musa. Según cuenta, esta gatita odia quedarse sola en casa. Y cuando Lagerfeld viaja, queda al cuidado de sus cuidadores, que deben llevar un diario muy detallado sobre su alimentación y deposiciones.

Con toda esa información, Lagerfeld planea publicar un libro, El diario de Choupette. Y es que la minina, con 81.300 seguidores en Instagram y un salario anual de dos millones de libras, según Daily Mail, es toda una estrella por sí misma. ¡Cómo no va a cuidarla!

Choupette también es su heredera.

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